¿Qué sabemos de este tema?
En medicina humana se denomina dolor de miembro fantasma a la sensación dolorosa percibida en un miembro tras su pérdida física o en miembros donde se ha producido una denervación bien por desaferentación o por lesión del sistema nervioso central. Esta patología está constatada en amputaciones de miembros, mamas, pene e incluso piezas dentales y es la mejor representación del dolor neuropático al ser este consecuencia de una lesión o disfunción en el sistema nervioso, respondiendo generalmente mal a los tratamientos convencionales. Sabemos que muchos de los procesos fisiopatológicos y síntomas asociados al dolor de miembro fantasma también se producen en perros. No obstante, no contamos con escalas o métodos validados para la detección y evaluación del dolor del miembro fantasma en perros sometidos a amputación de alguna de sus extremidades, a pesar de ser una cirugía rutinaria en la práctica clínica.
¿Qué aportación nueva nos proporciona este artículo?
El diseño de este estudio busca obtener datos sobre la prevalencia de aparición de dolor de miembro fantasma, evaluar los factores de riesgo o predisponentes para su aparición y como perciben los propietarios el nivel de calidad de vida de los perros amputados, por medio de una encuesta “online” que realizan los propietarios. Dicha encuesta incluye preguntas abiertas y cerradas sobre los diferentes objetivos anteriormente expuestos y se ha estructurado a partir de criterios de expertos veterinarios, cuestionarios de dolor crónico o de amputaciones en perros y la adaptación de un cuestionario para padres de medicina pediátrica humana. Según los datos aportados por los propietarios de los perros, el 85% de los perros experimentaron dolor tras la cirugía, estando representado por el 79% su aparición en el primer mes tras la amputación, aunque existe un porcentaje menor que mantiene episodios de dolor incluso superados los seis meses de la intervención, si bien percibieron el dolor de forma diferente pasando de ser persistente o con aumento y disminución antes de la intervención a repentino y transitorio, lo que podría relacionarse con las características del dolor neuropático expresadas por personas. No obstante, podría relacionarse esta distribución temporal del dolor con otras causas como insuficiente analgesia, dolor de muñón, formación de neuroma o estar asociado a otras complicaciones postoperatorias como infección o dehiscencia de la sutura. Otro dato a tener en cuenta es la relación positiva entre el mayor tiempo de inicio del dolor antes de la amputación y la mayor frecuencia de episodios de dolor informados por los propietarios.
A pesar de estas observaciones, cabe señalar otros aspectos considerados en el cuestionario y que se prolongan hasta incluso más de un año, donde se observan cambios comportamentales de evitación, agresividad, falta de interacción con seres humanos y otros animales, pérdida de apetito, entre otros, que podrían ser manifestaciones de dolor de aparición tardía, coincidiendo con algunos estudios sobre la distribución temporal de la sintomatología del dolor del miembro fantasma en seres humanos.
En cuanto a la medicación, solo 22 de 85 perros recibieron tratamiento analgésico con indicaciones para el dolor neuropático.
¿Qué conclusiones prácticas obtenemos?
Los datos obtenidos por los autores permiten sospechar de una alta prevalencia de dolor de miembro fantasma en perros sometidos a cirugía de amputación. Por ello, sería necesario insistir en estudios enfocados a determinar protocolos dirigidos a evitar, o al menos reducir la aparición y gravedad de los síntomas relacionados con esta patología. Sería recomendable, poder realizar estudios con evaluadores formados en las manifestaciones fisiológicas y comportamentales asociadas al dolor, así como la estandarización de tratamientos tanto farmacológico como no farmacológicos, que tengan cierta evidencia en el manejo de pacientes susceptibles de desarrollar dolor neuropático, aunque no exista evidencia de la reducción de aparición de dolor de miembro fantasma con tratamiento previo a la amputación. Por otro lado, en personas se considera el estado psicológico del paciente un factor de riesgo, estando recomendadas las terapias psicológicas, lo que sugiere la realización de estudios en el paciente veterinario evaluando terapias de enriquecimiento ambiental, búsqueda de actividades distractoras del dolor e incluso el manejo nutricional o el uso de promotores de serotonina como tratamientos complementarios al dolor neuropático.
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